¡No busquemos las recompensas efímeras, animémonos a echar mano de lo que Dios nos ofrece!
Texto Bíblico: Mateo 6.1-18
En los siguientes devocionales estaremos concentrados en el aspecto vertical de nuestra vida espiritual. Le confieso que no me gusta ese término, porque pareciera que en realidad existen dos dimensiones en la vida espiritual. Es por causa de nuestras propias limitaciones, sin embargo, que debemos echar manos de estas explicaciones pues la verdad es que la vida en Dios es una sola y no puede ser dividida en compartimentos.
De todos modos, queremos concentrarnos en la «práctica de la piedad», para usar el término que utilizó Pablo; es decir, la vida de las disciplinas espirituales tales como el ayuno, la oración y la ofrenda.
Nos encontramos aquí frente a uno de los peligros más fuertemente atrincherados en el corazón del hombre, el deseo de ganarse la aprobación de los que están a su alrededor. Tal peligro no existiría si viviéramos en un mundo perfecto. Mas el pecado nos ha llevado a enredarnos en relaciones que se cultivan con base en el mérito. El amor, lejos de ser incondicional, se da a cambio del reconocimiento de ciertos logros o atributos en la persona que la recibe. El resultado es que la vida se convierte en una incansable búsqueda del afecto de los demás, pues las reglas cambian de persona a persona y encontramos que nunca podemos alcanzar la medida necesaria para sentirnos satisfechos.
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