El cruel flagelo del hambre, azota crudamente a casi la sexta parte de la población mundial, según el informe del Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Agrarias.
Las cifras contenidas en el Indice Global de la entidad, son más que alarmantes: en veinticinco países el hambre tiene graves características y en cuatro de Africa, son aún mayores los padecimientos.
De los 122 países que fueron analizados, la República Democrática del Congo, es la más afectada, con casi las tres cuartas partes de su población, en niveles de subalimentación, que genera además, la mayor tasa de mortalidad infantil del mundo.
El Secretario General de la ONG REMAR INTERNACIONAL y Pastor de la Iglesia Cuerpo de Cristo, Ramón Ubillos, al comentar estas crueles estadísticas, puso de manifiesto la necesidad de que la Iglesia Evangélica en su conjunto, comience a obrar de manera concreta, para lograr por lo menos, los resultados que se están consiguiendo en el mundo, en la lucha contra el hambre.
La situación en el Congo, se deriva de la situación de colapso económico, originada en la guerra de los años 90 y que ha tenido como consecuencia un estado crónica de carencia de alimentos para la población.
El informe que comentamos, revela que la situación de la alimentación de los habitantes de Guatemala, Haití y Bolivia, es seria, mientras que en el resto de los países centroamericanos y algunos de Sudamérica, la situación es calificada de moderada. Los niveles de desnutrición, son bajos en Chile, Brasil, Uruguay y Argentina.
Ramón Ubillos, destaca la necesidad de que tomemos conciencia, de ser solidarios con quienes están a nuestro alrededor, porque si uno de cada seis habitantes del mundo, padecen hambre, “con que los otros cinco, nos pusiéramos seriamente a trabajar, podríamos fácilmente solucionar este grave problema”. Lo real, dice el secretario general de REMAR, es que esta actitud solidaria debe despertarse en todas las personas y de manera especial, entre las Iglesias evangélicas y los creyentes.
Se puede hablar de hambre, cuando una persona consume menos de 1.800 kilocalorías al día, que es la cantidad mínima que se considera para llevar una vida sana y para poder trabajar en condiciones idóneas. Es necesario advertir, que cuando el hambre afecta a los niños hasta sus dos primeros años de vida, las consecuencias en sus cuerpos son irreversibles.
Por esta apremiante razón, el Pastor Ubillo, exhorta a los creyentes evangélicos a redoblar los esfuerzos solidarios, para que actúen en la ayuda concreta, de quienes más precisan, recordando las palabras de Jesús, recogidas en el Evangelio de Mateo: Porque tuve hambre y me disteis de comer; tuve sed y me disteis de beber.
No hay comentarios:
Publicar un comentario