“…pero vuestro Padre sabe que tenéis necesidad de estas cosas”.
San Lucas 12:30
En el capítulo 12 del libro de San Lucas, versículos 22-31, Jesús nos hace un llamado a no afanarnos por las preocupaciones de esta vida y nos anima a buscar primeramente su reino y su justicia. Nos dice que a su vez todas las cosas vendrán añadidas como consecuencia de que nuestra vida gire en torno a Él.
Cuando te afanas te apresuras y te confundes.
Cuando te apresuras tomas malas decisiones.
Cuando llegan las consecuencias de las malas decisiones sufres.
Cuando sufres caes en depresión y angustia.
Cuando te deprimes y angustias, pierdes terreno en el mundo espiritual. Te debilitas y entonces el enemigo acecha y se aprovecha. Cuando caes en el terreno del enemigo, pecas.
El pecado te separa de Dios y distorsiona la verdad que Cristo quiere traer a tu vida. “Conoceréis la verdad y esa verdad os hará libre” –dicen las Escrituras. Pero afanado y turbado no podrás experimentar liberación.
Cuando te apresuras tomas malas decisiones.
Cuando llegan las consecuencias de las malas decisiones sufres.
Cuando sufres caes en depresión y angustia.
Cuando te deprimes y angustias, pierdes terreno en el mundo espiritual. Te debilitas y entonces el enemigo acecha y se aprovecha. Cuando caes en el terreno del enemigo, pecas.
El pecado te separa de Dios y distorsiona la verdad que Cristo quiere traer a tu vida. “Conoceréis la verdad y esa verdad os hará libre” –dicen las Escrituras. Pero afanado y turbado no podrás experimentar liberación.
¿Recuerdas a Marta cuando estaba turbada y afanada? Estaba tan concentrada en su lista de cosas por hacer, en querer atender tan bien a su Maestro y buen amigo que olvido lo más importante, sentarse a los pies de Jesús y escuchar lo que tenía para contarle. Dejar a un lado sus quehaceres y comer de las palabras de Jesús. No era mala la intención de Marta, pero en ese momento era necesario que hiciera un alto en su vida.
No nos podemos olvidar del detalle principal, de lo importante que es estar cerquita y conectados de la presencia de nuestro buen Señor. Solo apegados a él podremos entender la magnitud de lo que él quiere mostrarnos. Solo a través de sus enseñanzas encontraremos las estrategias y las fuerzas necesarias para resistir las asechanzas del enemigo. Hoy es necesario que te tranquilices, que controles tus nervios, que dejes de moverte de un lado para el otro. Hoy es necesario que tomes un descanso y te humilles ante Su presencia para que recibas nuevas fuerzas.
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