sábado, 6 de noviembre de 2010

Reflexión Cristiana - Aceite Nuevo para la batalla

Aceite Nuevo para la batalla

 
De nuevo frente a ti, no has cambiado en tamaño, con espada desenvainada sigues resguardando lo que me pertenece, hace tiempo me heriste y dejaste sangrando. Traté de evitar volver a enfrentarte, el solo escuchar tu nombre rasgaba mi alma. Eres el más grande de tu tierra, tu envergadura paraliza a los hombres y el temor de ellos te alimenta.
Me heriste dónde más me ha dolido, con espada ardiente traspasaste mi carne y desde ese día no he sido el mismo. El pensamiento de tener menos de lo que me pertenece se anidó en mi corazón y me acostumbré a temerte. Aquella vez confié en mi fortaleza no en el derecho que me da mi linaje.
Pero esta vez es diferente, siendo tu desgracia que cuando soy más débil se perfecciona más en mí el que me envía a degollarte.
El Rey que me envía me lo ha recordado, él es el más grande; y a más grandes que tú me ha entregado antes en batalla. Hoy vengo frente a ti con hambre de ser redimido y tomar no solamente lo que me pertenece, si no lo que aquella vez tomaste de mí.
El campo de batalla huele a gloria, tu tamaño solamente mide la gloria que daré a mi Rey. El frasco ha sido quebrantado y hoy he sido ungido con nuevo aceite para la batalla.
El sonido del Shofar retumbando en mi espíritu me recuerda quien yo soy, y aumenta el hambre por cortarte la cabeza.
Querido hermano; si al leer estas líneas tu alma ha recordado aquella vez que fuiste derrotado y tu corazón fue traspasado, es porque el Señor tu Dios quiere que seas redimido. Aquel sueño que tanto anhelabas aún te pertenece, aquél gigante que te hirió aún sigue siendo más pequeño que tu Dios. Si el Espíritu Santo hoy ha traspasado tu alma cómo con sonido de Shofar, entonces prepárate para la batalla. El Señor tu Dios hoy te está llamando de nuevo a la batalla, no más en tus fuerzas sino en el poder de Su Espíritu. El Espíritu Santo tiene hambre de gloria y tú eres su instrumento. Date cuenta que no eres el mismo de antes, en este tramo de tu vida que te has sentido débil el Señor se ha perfeccionado en ti. Hoy no se trata más de tu fortaleza sino la de Dios. El haber quebrantado tu frasco ha sido solamente para sacar el mejor aceite. Hay una nueva unción que entregará esta vez la batalla. Si hoy estás dispuesto a enfrentarte de nuevo contra eso que te hirió, has conmigo esta oración:
“Padre, hoy tengo entendimiento que esa derrota que tuve fue para mi bien, hoy entiendo que aquello que mermó mi fe durante un tiempo fue solamente un medio que utilizaste para quebrantar mi frasco y sacar mi mejor aceite. Hoy tengo hambre de gloria, permíteme honrarte por medio de este reto. Hoy recibo esa nueva unción que me ofreces para enfrentar de nuevo esa situación que me dolió. Unge Señor en estos momentos mis manos para la batalla, en el nombre de Cristo Jesús, Amen”

“Pues lo que me hace fuerte es reconocer que soy débil.”

2 Corintios 12:10 (Traducción en lenguaje actual)

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