Yo amo mi país El Salvador, estoy orgulloso de representar a mi país por este medio y más aun agradecido con Dios de haberme permitido nacer en este lugar que es precioso.
Lastimosamente este país no aprecia lo nacional, no aprecia lo de casa, siempre tenemos una palabra para criticar o desprestigiar lo nacional o cuando alguien quiere hacer algo diferente. Es una pena pero es la realidad y es que siempre que quieras hacer algo diferente habrá personas que te dirán que no lo hagas, que no tienes capacidad para hacerlo o que simplemente no funcionara.
Pero en medio de todo el negativismo que pueda haber frente a eso que sueñas llevar a cabo, siempre habrá alguien que cree en ti y en lo que Dios puede hacer en tu vida.
Eran un jovencito, tenía apenas 16 años cuando mi anhelo por hacer algo para el Señor nació, era algo fuerte, algo que no podía detener, necesitaba hacer algo para El, no podía quedarme sentado mirando, no, yo tenía que ser parte de eso.
Dios me dio el privilegio de pertenece a un grupo de jóvenes con muchas ganas de servir al Señor, tuve un líder juvenil que fue mi ejemplo y mientras fue mi líder siempre tuvo palabras de aliento para mi vida y siempre confío en que yo podía llegar lejos.
El vio en mí, lo que yo nunca quizá vi hasta ese momento, el vio en mi que tenía el potencial para ser un líder, dirigir un grupo de jóvenes y hacer más cosas. Yo no sabía que tenía algún talento, para mí todo era nuevo, es mas jamás me imagine estar delante de cientos de personas predicando, no sabía que tenía fluidez de palabras o que no me ponía nervioso, había una y mil cosas que yo no sabía de mi, pero mi líder orientado por Dios veía en mi lo que yo no, y me decía que creía en mi y en lo que Dios podía hacer a través de mi vida.
Hoy muchos años después vuelvo a ver atrás y me doy cuenta de ¡Cuánta razón tenía!, que si él jamás hubiera visto en mi algunas capacidades o talentos, yo fuera uno más sentado en una silla de una Iglesia.
Y es que cada líder ó pastor somos responsables del crecimiento que nuestras ovejas deben de tener, cada uno de nosotros tenemos que ver en cada persona el potencial que Dios ha depositado y ser sabios en saber delegar.
Yo no creo en lo lideres que creen que solo ellos pueden hacer bien las cosas, no creo en lo pastores que no dan oportunidad de crecimiento, yo creo en dar oportunidades, en creer en las personas y sacar a relucir todo el talento que Dios ha depositado en ellos.
¿Cuántos de nosotros estamos deteniendo el avance de nuestras ovejas solo por el temor a que puedan llegar a ser mejores que nosotros?, ¿Cuál es el miedo?, ¿No tendría que ser ese el objetivo?, Y es que un buen maestro es aquel que permite que su discípulo pueda llegar a ser mejor que él y si no es así, pueda que no fue un buen maestro.
Así como un día Dios puso alguien en mi vida para decirme que creía en mí y en lo que Dios podía hacer a través de mi vida, también hoy te digo que creo en ti y en lo que Dios también puede hacer a través de tu vida.
No se necesita ser perfecto o tener “grandes” cualidades provenientes del cielo, lo único que se necesita es tener un corazón dispuesto a hacer algo por el Señor, a poner tu granito de arena para que la obra se lleve a cabo, pueda que tenas un talento que ni tú mismo sabes, pero que debes de intentarlos y llevarlo a la práctica, y es allí en donde entra la función de los lideres y pastores, en saber detectar los talentos y capacidades especiales de cada oveja para darle la oportunidad que todos merecen.
Dios puede hacer de ti grandes cosas, solo hay unos pequeños requisitos:
1. Amar a Dios sobre todas las cosas.
2. Tener un deseo ardiente de hacer algo para el Señor.
3. Ser humilde para recibir consejo y dejarte guiar.
4. Creer en lo que Dios puede hacer en tu vida.
5. Hacer de tu talento un medio para glorificar al Señor.
2. Tener un deseo ardiente de hacer algo para el Señor.
3. Ser humilde para recibir consejo y dejarte guiar.
4. Creer en lo que Dios puede hacer en tu vida.
5. Hacer de tu talento un medio para glorificar al Señor.
Nunca te desanimes de creer lo que Dios puede hacer en ti, que tu aspecto, que tu edad, que un nivel social o económico, nunca sean un obstáculo para creer insistentemente en lo que Dios puede y quiere hacer en tu vida.
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