jueves, 29 de julio de 2010
Dios busca adoradores
Nos resulta asombroso que Dios pueda buscarnos para que le adoremos. En este artículo se muestra que en realidad el Padre quiere establecer un diálogo de amor con sus hijos.
“Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren”.
Juan 4:23
Nos resulta increíble que Dios esté buscando -”necesitando” podríamos decir, pero nos resulta escandaloso- hijos con una disposición particular de adoración. Si no fuera porque está escrito en Su Palabra, esa búsqueda de parte de Dios nos resultaría inadmisible.
Pero Dios es así; a pesar de su grandeza, omnipotencia y santidad, se hace humilde, a tal punto de buscar verdaderos adoradores.
Hay algunos aspectos que quiero puntualizar; unos con respecto a Dios y otros a los adoradores.
Adorarán al Padre
La primer pregunta que nos surge es obvia… casi infantil: ¿para qué necesita Dios adoradores?
Evidentemente no es para inflar su vanidad (como esos dictadores que nunca faltan en la historia, que se erigen estatuas a sí mismos y se rodean de aduladores). Dios no es vanidoso.
Otra situación en la que en términos humanos podríamos interpretar la búsqueda de adoradores, es la que se plantea en aquellas personas con una identidad débil, que necesitan que permanentemente les estén diciendo cuán buenos, inteligentes o hermosos son; están sedientos de confirmar su precaria identidad. Dios no necesita de tal cosa, Él sabe quién es: “Yo soy el que soy”, dice de manera terminante, y enigmática a la vez.
Pero Dios es así; a pesar de su grandeza, omnipotencia y santidad, se hace humilde, a tal punto de buscar verdaderos adoradores.
No, Dios busca adoradores por otra razón: Él desea establecer una relación de amor, vincularse a través del lenguaje tierno y afectivo de la alabanza, en una comunicación en ambas direcciones, es decir, en un diálogo. Dios desea escuchar, y también decir palabras de amor.
Que le alaben en espíritu y en verdad
De parte del ser humano, son necesarios algunos requisitos para pertenecer al grupo de los adoradores buscados por Dios.
Las condiciones son que estos adoradores lo sean en espíritu y en verdad. ¿Qué quiere decir esto?
Adorar en espíritu significa abrir nuestro corazón a Dios, no hacer una adoración en la que predomine la actividad cerebral, sino que todo nuestro ser, nuestra persona, participe en este diálogo de amor.
Adorar en espíritu significa abrir nuestro corazón a Dios, no hacer una adoración en la que predomine la actividad cerebral, sino que todo nuestro ser, nuestra persona, participe en este diálogo de amor. Que con nuestros sentimientos percibamos el calor de Su persona, que con nuestro espíritu nos unamos a Su Espíritu para abrirnos al misterio de que Dios es nuestro Abba; un Papito tierno que nos toma en sus brazos.
Todo nuestro ser, cuerpo, alma y espíritu en unidad integrada a Dios y a sí mismo.
Entonces aquí aparece naturalmente la segunda condición: en verdad. Si adoramos con todo nuestro ser, en consecuencia lo estamos haciendo en verdad, o dicho de otra manera, lo estamos haciendo de verdad. Por otra parte, al vincularnos a Dios, nuestra vida se inunda de la Verdad, y todo nuestro ser se cura de falsedades, mentiras y velos que nos amordazan.
¡Señor, cuenta conmigo!
Una exclamación surge al concluir con estas reflexiones: ¡Yo quiero estar entre los verdaderos adoradores!
Si Dios me está buscando quiero que me encuentre ahora mismo…y que me perfeccione en la adoración.
Fuente: Compromisocristiano.com
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