Hoy vengo postrada ante ti Señor solo para darte las gracias.
Por ser mi luz, sendero y destino.
Por tu cuidado particular y tú sombra que siempre me cobija.
Tengo infinidad de cosas que agradecerte: la salud, vida, familia, amigos y las cosas que me enseñas día a día, entre tanto que mencionar. Gracias por tu toque divino que se refleja en muchas de las cosas que observo y por tú amor que me arropa y me duerme cada noche. Por tú mano que me sostiene y nunca me suelta. Me agarras tan fuerte que evitas mil caídas al precipicio.
Soy tan afortunada de tenerte y poder contar contigo.
Pues aún cuando parece que estoy más sola, es cuando más cerca estás de mí. Soy prisionera de tu cariño, creyente de tus palabras. No existe nada en el mundo para mí que sea más importante que tú. Mi universo gira en torno a ti, mi alma anhela y espera tu llegada. Para así poderte abrazar, arrodillarme y besar tus pies. Para observarte cara a cara y mirar el brillo de tu mirada. Con mis manos poder palpar tu sonrisa y contemplar tu majestuosidad y gloria. Sé que no me alcanzaran las palabras para expresarte con gratitud todo lo bueno que has hecho por mí. Por eso mi corazón se goza en tu presencia, nadie mejor que tú para interpretar todo lo que hay y siento en mi interior.
Nunca alcanzaran mis escritos a describir lo apasionada que estoy por ti y lo mucho que significas para mí. Por eso solo digo gracias y trato de vivir de la mejor forma en que te puedas sentir orgullosa de mí. Y aún con todos mis defectos yo sé que me comprendes y te enorgulleces, porque eres un padre tierno y amante que observas la sinceridad de tus hijos.
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