miércoles, 28 de julio de 2010

Las Marcas de Dios

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“No hay gloria en nuestras heridas, sino en las marcas que deja la sanidad de Dios”. (Desconozco Autor)
Tantas veces que he sido herida en medio del combate. El campo de batalla de la vida me ha dejado muchas veces con sabores amargos y agridulces. Algunas heridas han sido más fuertes que otras dejando golpes superficiales y fáciles de curar. Pero otras de estas heridas han sido dadas de forma tan lenta y de manera tan profunda que he sentido que voy a morir del dolor. Y creyendo que no podré jamás volver a levantarme he permanecido tirada en el suelo por algún tiempo.
Más mi gran Amigo ha hecho la diferencia. Él me ha ayudado a levantarme, ha sido un médico excelente y muy paciente. No me ha dejado ni un solo minuto sola durante todo el proceso. Con su sabiduría y amor poco a poco ha ido interviniendo en mi vida. Él ha anestesiado, desinfectado, operado sanado mi vida de tal forma que ahora solo quedan pequeñas cicatrices y marcas que casi no se ven, pero que me recuerdan que él estuvo ahí cuando parecía que no iba a poder más y que puedo superar todo, gracias a su ayuda.
Las marcas de la sanidad de Dios en mi vida han sido tantas. Porque cuando otros me dejaron caer o yo misma me incliné hacia un lugar que me llevó a la caída, he podido comprender y reconocer que he resurgido desde el dolor más profundo. Ahora soy un instrumento afinado que emite melodías que hacen que otros a mí alrededor y yo misma, me sorprenda. Pero cuando mis cuerdas estaban desafinadas y la música que salía de mí era tan horrible que nadie la quería escuchar… Él con su tierno amor y gran misericordia me tomó delicadamente y me arregló. No puedo negar que sentí mucho dolor, me sentí avergonzada e inmerecedora de tanta comprensión. Pero cuando él me miró supe que su toque especial era todo lo que yo necesitaba y que ya jamás sería la misma.
Ahora he logrado sobreponerme y superar aquellos episodios tristes que alguna vez pasé. Soy una obra expuesta para que otros puedan ver su gloria. Estoy restaurada porque Cristo me sanó.

No puedo negar entonces que la gloria ha venido tras las marcas que han dejado la sanidad de Dios en mí.

Autora: Brendaliz Avilés

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