La conquista de la tierra prometida
Hasta el momento antes de mi salvación llevé una vida mediocre, medio creía que podía hacer las cosas, y medio creía que merecía. Más cuando comencé a caminar de la mano del Salvador fue diferente, Él me había salvado para tener plenitud, llenura en todas las áreas de mi vida, e ir de gloria en gloria conquistando nuevos horizontes.
La manera de Dios es el arrojo, valentía y determinación. Cualidades que en aquel entonces no conocía, y eso complicó la entrada a la tierra prometida. Después de mi salvación, el Salvador me mostró mi verdadera identidad, llevándome a un empleo en dónde tuve que enfrentar miedos que corroían mi alma, en dónde tuve que servir incondicionalmente y respetar a mis autoridades a pesar de, en dónde muchas ocasiones mi alma fue golpeada con martillo y pasada por fuego. Muchas veces pensé en desistir, pensé en salirme del camino, mas sin embargo yo sabía que si lo hacía retardaría la conquista de la tierra prometida.
Cuando finalmente tuve entendimiento de que la entrada a la tierra prometida estaba resguardada por los gigantes que antes me atormentaron: inseguridad, duda y temor, fue hasta ese momento que decidí degollarles y comencé a alabar en medio de las llamas.
“Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti.”
Isaías 43:2
Cuando tuve entendimiento que esa parte de mi vida se convertiría en gloria, comencé a disfrutar de mi trabajo y a dar la milla extra. Cuando día a día en oración le pedí al Señor que me ayudara a hacer Su voluntad y no la mía; entonces Él puso Su entendimiento en mí, y comencé a vivir y disfrutar de las oportunidades que me estaba dando.
“Tus estatutos son siempre justos; dame entendimiento para poder vivir.”
Salmos 119: 144 (Nueva Versión Internacional)
Supe que cada vez que avanzaba a pesar de mis dudas, miedos e inseguridades, aquellos gigantes perdían su fuerza y mi alma se fortalecía. Me paralizaba hablar en público, los nuevos proyectos con extranjeros me atemorizaban, y sentía que no iba a dar el ancho. Pero decidí creerle de nuevo al Señor y Él lo hizo, cuando enfrenté en alabanza y comencé a avanzar en la conquista de la tierra prometida, esos gigantes desaparecieron, y con toda sinceridad te puedo decir: “Valió la pena, y en todo momento mi Salvador estuvo conmigo para fortalecerme”
Si piensas que la conquista de la tierra prometida es fácil, lamento ser yo quien te lo diga pero no es así. La conquista de la tierra prometida no es fácil, pero vale la pena. Para conquistar la tierra prometida debes ser muy valiente y esforzarte cada día en morir a ti mismo/misma.
“Solamente esfuérzate y sé muy valiente”
Josué 1:7
Es todo lo que el Señor te pide, esfuérzate, sé valiente y Él hará el resto.
Hoy es tiempo que decidas y enfrentes a los que piensas que son gigantes resguardando la tierra prometida, avanza , sé valiente y al hacer esto verás que solamente eran una ilusión estorbando la tierra dónde fluye leche y miel.
Eres un conquistador/a, en ti está el poder del Espíritu Santo que te respalda, solo tienes que creer, avanzar y tu Salvador lo hará.
Si tú has decidió creer y deseas conquistar la tierra prometida, has conmigo esta oración:
“Señor Jesús, el día de hoy he tenido entendimiento, mi trabajo no es una carga sino una oportunidad de conquistar la bendición que tienes para mí. Los retos que has puesto en mi vida no son gigantes, solamente miden la gloria que manifestarás por medio de mí. Te pido perdón porque no había visto con tus ojos. También te pido que manifiestes tu poder en mí en todo lo que haga para manifestar tu gloria. Derrama más de tu gloria en mí, tanta que no quede duda qué es mi Dios quien hace las cosas y no yo. Ayúdame a esforzarme, a ser muy valiente y poder descansar en tu Espíritu, en el nombre de Cristo Jesús, Amen…”
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