Dios sin instrucciones
Con frecuencia le pedimos a Dios muchas cosas. Pero a menudo sucede que nos tornamos “demasiado detallistas” a la hora de “explicarle” a Dios exactamente cómo queremos las cosas. La decepción no tarda en aparecer cuando Dios “no nos obedece” y “hace lo que a El bien le parece”.
Lo que no terminamos de entender, es que pretendemos darle instrucciones de cómo queremos las cosas nada más ni nada menos que al Dueño y Señor del Universo, además de Creador, Hacedor y Fundador.
Felizmente, Dios en su infinita sabiduría, no siempre cumple con todo lo que le pedimos.
Hace tiempo que vengo pasando una situación difícil y la raíz es el trabajo. Pero hoy las cosas empezaron a cambiar… en realidad, el que comenzó a cambiar soy yo.
En lugar de decirle a Dios cómo debía ser mi vida, opté por poner mi vida en sus manos. “Mi tiempo es tuyo, mis angustias son tuyas, mis dolores son tuyos, mi capacidad es tuya, mis limitaciones también están en tus manos”, le dije a Dios. “Sólo haz como bien te parezca con todo ello”.
El segundo paso fue preguntarle a Dios qué es lo que quería mostrarme a través de esta situación tan difícil. La verdad es que varios días después me sorprendí con las respuestas. Descubrí que una buena parte de mis problemas no estaban fuera de mí, sino dentro mismo. ¿Cómo es esto? Una buena parte de mi carga resultó ser sentimientos de amargura, frustración y resentimientos hacia gente tóxica que indudablemente me está haciendo mucho daño.
Y por último, identificado el problema, tomé tres decisiones:
1- Le dije a Dios: “Señor, simplemente te llamé para decirte que te amo”.
2- Le dije a Dios: “Dame amor para esas personas que me hacen daño y no amo, no puedo amar.”
3- Por último, le dije a Dios: “Señor, de ese mismo perdón con que tú perdonaste todas y cada una de mis faltas, te pido que me des para esas personas que me están haciendo tanto daño y no me siento capaz de perdonar. Por favor, quita esta carga de amargura, resentimientos y frustración que llevo en mi corazón”.
Esto indudablemente está 100% dentro de la Soberana Voluntad de Dios, por lo cual el milagro se produjo en forma inmediata.
Esta semana se me presentaba en el trabajo como muy dura. No sé si iba a poder soportar un solo día en las condiciones en las que estaba. Sin embargo, a pesar de los errores, las dificultades, he tenido la serenidad, por sobre todas las cosas la PAZ EN MI CORAZÓN, y la convicción de que Dios está en control de todo. Sin serlo, me he sentido dueño de la situación. La paz inundó mi alma, y pude ver con otros ojos a la gente que me hace daño. Por supuesto: no estoy dispuesto ni debo permitir que lo siga haciendo, pero eso será otra etapa de este proceso.
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