Los líderes cristianos deberían estar advertidos de que en su trabajo serán probados en cuestiones morales, especialmente en cuestiones relativas a la moral sexual, advierte Adam Hamilton, pastor principal de la Iglesia de la Resurrección en Leawood, Kansas.
Una encuesta entre pastores evangélicos de EEUU reveló que el 37% admitió haber tenido alguna conducta sexual impropia durante su ministerio.
De hecho, estar en el liderazgo cristiano “aumenta mucho la probabilidad real de que en algún momento haya que enfrentar estas situaciones”.
Los pastores, los colaboradores y personal de la iglesia, lideres laicos y el voluntariado de la iglesia suele dedicar muchas horas a las personas, luchando con problemas que involucran a los sentimientos íntimos y trabajando en esta área de manera comprometida y apasionada, explicó Hamilton. “Estamos en una relación personal estrecha de discipulado,” recordó Hamilton. “Por ello estamos conectados en nuestro trabajo con problemas que conllevan una estrecha intimidad y amistad”.
El pastor de Leawood dio estas ideas en una perturbadora charla a miles de líderes cristianos en la Cumbre de Liderazgo de Willow Creek este pasado mes de agosto, y durante un seminario posterior por internet.
Dolorosa experiencia personal
El pasado verano, Hamilton descubrió que dos de los líderes de su iglesia estaban involucrados en una relación extramarital. En ese momento el se encontraba fuera dando conferencias, cuando recibió la llamada de una persona que trabajaba en la iglesia. Su regreso a Leawood fue inmediato, para enfrentar lo que él creyó que sería una gran crisis.
El tenía proyectadas grandes esperanzas en estas dos personas, hasta el punto de esperar que le relevasen en su papel como pastor en la iglesia.
Pero esta no era la primera vez en la que Hamilton era testigo de ver a un líder de la iglesia cayendo en conductas inmorales. Uno de sus mejores amigos en el seminario, que trabajaba en la pastoral universitaria, se convirtió en un adicto a la pornografía, y finalmente fue encarcelado por contacto sexual con una menor.
“Lamento que muchas iglesias pretendan vivir como si la lucha con las tentaciones sexuales no existe en su liderazgo. Fallamos en nuestra visión de la realidad de la condición humana, de quien realmente somos,” dijo. “Yo y ustedes tenemos un impulso sexual. Eso es algo que influye en cómo nos relacionamos”.
Además, “nadie tiene un matrimonio perfecto,” añadió. “Y tampoco una vida espiritual perfecta: desde el pastor, y el líder laico, a los líderes en el ministerio de jóvenes”.
Escalofriantes datos estadísticos
Yendo a los datos fríos, una encuesta de 2005-2006 entre pastores evangélicos de EEUU reveló que el 37 por ciento admitió haber tenido alguna conducta sexual impropia durante su ministerio, citó Hamilton.
Aún más preocupante, sin embargo, es una estadística más reducida que él escuchó de uno de sus profesores en su último año de seminario. Este profesor compartió que en los últimos 50 años en la Iglesia Metodista Unida, de los 40 pastores que comenzaron a trabajar en iglesias de 1.000 o más miembros, antes de haber transcurrido 35 años, en 39 de ellos o bien se había producido una caída en pecados sexuales o bien habían dejado el ministerio. Sólo uno de los 40 continuaba en la labor pastoral en ese momento, pero fue arrestado seis meses después cuando fue vinculado como el principal sospechoso de estrangular a su esposa. Además tenía un romance con su psiquiatra.
“No pasa una semana sin que se sepa de algún líder que experimenta un fracaso moral,” dijo Hamilton; por lo que avisa: “Este es un tema realmente serio y ninguno de nosotros está inmune.”
Concienciar, la mejor manera de prevenir
Hamilton da una “charla de ética sexual” dos veces al año para todos los que colaboran en el liderazgo o el trabajo en su iglesia. Después del escándalo del año pasado la asistencia y el interés son máximos. “Lo que realmente inquieta a mucha gente es que descubren que ‘puedo ser yo’” dice.
Su enseñanza parte de la base de que todos deben estar conscientes de su vulnerabilidad y no pretender pensar que “soy un cristiano, un líder, y yo nunca haría eso. Esa postura es peligrosa,” advirtió, ya que evita prevenir situaciones de riesgo de las que luego es difícil salir.
Además de intentar ayudar a los líderes de la iglesia a reconocer la vulnerabilidad que cada persona tiene, Hamilton ofreció las maneras en las que la iglesia puede manejar los fracasos morales cuando se presenten.
Cómo afrontar el problema cuando llega
En el caso concreto en que tuvo que enfrentar con la relación extramarital antes mencionada en su iglesia, habló con las partes involucradas, se reunió con todo su equipo, dialogó con las familias afectadas, y finalmente envió un email a toda la congregación aclarando lo ocurrido antes de que se empezaran a difundir rumores. “Decidí que la salida estaba caminando hacia delante con transparencia, y no por la puerta de detrás,” dijo.
Aunque no existe “una sola medida para todo”, Hamilton a encontrado que aproximarse a estas crisis con transparencia, honestidad y compasión es el mejor camino para solucionar la situación en lugar de ocultarlo de la congregación, siendo evasivos o tomando una postura de condena sin más.
Cree que aunque hay que atender a las personas y a sus familias primero, no se puede olvidar que el fin último es la obligación primaria de pastorear al conjunto de la iglesia. Si no se actúa así, se acaba dañando a la congregación, explicó.
De hecho, los miembros de la Iglesia de la Resurrección fueron capaces de recuperarse de la crisis del año pasado con el paso del tiempo. El piensa que su postura de transparencia unida a un enfoque de gracia con los pecadores ayudaron a una rápida recuperación.
Hamilton cree además que el peor testimonio cara a la sociedad es querer ocultar lo ocurrido, ya que precisamente cuando se producen situaciones como éstas, la sociedad está observando la manera de responder al problema y esto puede ser –a pesar de la caída moral- un buen testimonio del carácter de la iglesia y cómo aplicar lo que se cree acerca del Evangelio,” añadió.
Para esto también es importante que “la palabra final de la iglesia no debe ser una palabra de juicio condenatorio, sino de gracia,” aconsejó. “Nosotros servimos al Señor, quien era amigo de los borrachos, prostitutas y pecadores. “Ninguna persona está en un lugar donde no pueda llegar la gracia y el perdón.”
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