Génesis 28:15
Estuve recordando las veces que Dios me ha mostrado su misericordia, y vino a mi mente una situación en especifico en la que el Señor me mostró su favor. Hice algo que no debí haber hecho y no me creía digno de que Él me mirase. Pensaba, “Ahora si me va a hacer ver mi realidad y es muy seguro que esté molesto” ¿Con qué le voy a salir, si ya tenía tiempo que no me tropezaba?
Pedí disculpas y resalté mi fragilidad, dentro de mí pensaba “Aún es tiempo de arrepentirte Dios, no creo ser ese a quién quieres en tu obra”.
A lo cual El respondió a la manera de Dios, dándome lo que no merecía en el momento en que más lo necesitaba. Dijo que mis argumentos no tenían validez, y que El estaba aferrado a mí, comenzó a describir cómo El me veía y lo que iba a hacer con mi vida. Pareciera que El se refería a otra persona, alguien que yo solo jamás podría llegar a ser, alguien a quien El celaba apasionadamente, alguien a quién El amaba locamente, alguien a quién El quería honrar más allá; alguien dentro de mí.
Comprendí que El no me veía a mí, sino a Cristo en mí perfeccionándome para cumplir Su sueño. Me hizo recordar que sin Su gracia, nada podría yo lograr. Recordé que, ya no soy más yo el que vive, sino Cristo haciendo su obra en mí.
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