miércoles, 6 de octubre de 2010

No tiren la toalla

 
La derrota contra Serbia golpeó al plantel, que si bien iba de punto tuvo sus chances en el tercer set. Con las semi lejos, sigue la meta, difícil, de luchar entre el 5° y el 8°.
Se sube al micro y se interna en el apagado fondo. Ofrece las disculpas del caso a la prensa y se pierde por el pasillo. En lo que va del Mundial, es la primera vez que Luciano De Cecco prefiere el silenzio stampa. Un ratito antes, el Pupi Zanetti dejaba el palco VIP para consolarlo. En sus manos, en su largo saque, Argentina dejaba en el Nelson Mandela Forum algo más que una derrota por 3-1 (15-25, 25-21, 22-25 y 18-25 en 1h29m) frente a la poderosa Serbia, bronce en la última Liga Mundial y cuarta selección del mundo. Dejaba un tendal de calentura por lo que pudo ser y no fue. A 300 metros nomás del Artemio Franchi, donde hace 20 años Sergio Goycochea comenzaba a escribir su leyenda contra los yugoslavos, esta vez no hubo milagros ni guantes mágicos contra los balcánicos de Ivan Miljkovic y Nikola Grbic. Las semifinales del Mundial quedaron lejos; la lucha por refundarse entre los ocho mejores de la FIVB, stand by; y las chances de buscar un premio consuelo entre el 9º y el 12º lugares suenan a poco después del campañón con escalas en Reggio Calabria y Milán. Arrancamos mal, emparejamos, no supimos cerrar el tercet set y en el cuarto se nos cayó todo el peso de la hazaña encima. Fallamos mucho y, eso, en la alta competencia, se paga cash. Nos faltó afinar la mano. Tal vez con Goyco… Aquel 30 de junio del 90, Stojkovic, Brnovic y Hadzibegic se rindieron ante su presencia. Esta vez, los que pifiamos fuimos nosotros. Mañana, Rusia (seis títulos mundiales como la URSS, 2° del ranking), desde las 12, tal vez deba soportar la bronca acumulada. ¿Como la Selección de Bilardo en el 90 post Camerún? No tenía el pie de Prosinecki ni el talento de Savicevic. Pero el saque de Nikola Kovacevic nos condenó desde el inicio con un parcial de 2-8. Encima, Conte no encontraba el partido y la dupla sanjuanina Quiroga-Pereyra no la metía en el rectángulo. Si Argentina llegó a los 15 puntos fue gracias a los ocho obsequios serbios. Por suerte, para mejorar el ego, la tormenta duró sólo 19 minutos. Después salió el sol. Hasta que se volvió a nublar…
 
En el segundo chico, vía Solé, entró el bloqueo; vía Conte, la pelota auriazul empezó a dormir en campo rival (nueve veces). Pero había rebeldía: De Cecco le empezó a pegar piñas al piso, Pereyra a patearla como si fuese una Nº 5 y Weber se plantaba -red de por medio- contra el bloqueo parlante serbio. La garra apareció para llevarse el set y entrar con todo a un tercero, que resultaría fatal…
Después del ace de Conte que tocó el fleje y cayó muerta para el 12-11, parecía que sería una notti magiche, como rezaba la canción de Italia 90. Pero las manos empezaron a temblar y después del 21-20 que encontró Quiroga en una pelota vendida, los europeos nos dieron vuelta la taba tras un bloqueazo a Ocampo. De 2-1 a 1-2…
Quemó las naves Weber intentado llegar a un tie-break que nunca aparecería entre tantos desaciertos. El saque jamás entró y, a pesar de una remontadita, el final estaba cantado. A De Cecco se le fue larga y los serbios, aliviados, celebraron como Bremhe poniéndola junto al palo. El tren había pasado. En las toallas, que tapaban cabezas y frustraciones, sobraban sudor y lágrimas. Pero nadie, todavía, se animó a tirarla. Por Rusia van…

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