sábado, 21 de agosto de 2010

EEUU: Evangélicos apoyan indocumentados, pero afrontan dilema


Illinois. Un cartel escrito a mano en la puerta de la iglesia anuncia un acto en el que Matthew Soerens, versado en español, la Biblia y las leyes de inmigración, tratará de ganar adeptos para el movimiento evangélico.
Durante meses ha estado hablando con pastores de la zona y de todo el país, en la esperanza de hacerles entender que la reforma a las leyes de inmigración es un imperativo cristiano. El tema, no obstante, es tan explosivo que muchos ministros no lo quieren tocar.
“He escuchado a la gente decir cosas en la iglesia que me hacen avergonzar”, expresó Soerens.
En esta ocasión, el pastor habla en la Community Christian Church de Naperville, una megaiglesia con parroquias en varios suburbios de Chicago. En Aurora, donde la iglesia tiene un campus, la colonia de inmigrantes ha crecido tanto que algunas escuelas tienen estudiantes casi exclusivamente hispanos.
Ese es un hecho que no pasa inadvertido en la iglesia.
En su presentación, Soerens casi no habla de política. Rara vez plantea la defensa de una causa en su primera visita a una parroquia. Repite versículos de la Biblia sobre el deber cristiano de ser hospitalario con los extraños, incluso los delincuentes.
Uno por uno, los inmigrantes presentes, con y sin papeles, suben al escenario para hablar del peligro de que sus familias sean separadas por el servicio de inmigración. Pastores de otras iglesias rezan con cada inmigrante y le piden a la audiencia que participe.
“Las leyes son importantes y no podemos hacer de cuenta que nadie las violó”, expresó Soerens el año pasado en alusión a los indocumentados. “(Pero) Nosotros no distinguimos entre personas con papeles y sin papeles. Todos están hechos a imagen y semejanza de Dios. Todos”.
Varios prominentes líderes evangélicos están de acuerdo y han apoyado públicamente algunas medidas para allanar el camino a la ciudadanía de los 11 millones de indocumentados que se cree hay en el país.
En julio, cuando el presidente Barack Obama pronunció un importante discurso sobre la necesidad de reformar las leyes de inmigración, fue presentado por el pastor Bill Hybels, fundador de la Willow Creek Community Church de Illinois. Estaban presentes otros prominentes evangélicos, como el reverendo Richard Land, de la Convención Bautista del Sur.
Soerens, sin embargo, comprobó que la feligresía opina distinto. No ve con buenos ojos a los indocumentados y pide mano dura con ellos.
Soerens está tratando de cambiar eso, una iglesia a la vez.
Soerens es alumno del Wheaton College, institución de Illinois conocida como la “Harvard de los evangélicos”. A los 26 años, ya escribió un libro, junto con Jenny Hwang: “Welcoming the Stranger: Justice, Compassion & Truth in the Immigration Debate” (Cómo recibir al Extranjero: Compasión y Verdad en el Debate sobre Inmigración).
Para ser coherente con sus creencias, es instaló en un complejo de apartamentos dilapidado donde viven muchos inmigrantes sin recursos. Encabeza un grupo de estudio de la Biblia para jóvenes que viven en el edificio. Formó un pequeño grupo de creyentes que hablan español en el edificio con los que realiza oraciones semanales en una capilla del barrio.
“Las Escrituras me dicen lo que debo hacer”, manifestó. “Soy evangélico y bíblico, no un liberal con ropas de evangélico”.
Soerens colabora con World Relief, brazo humanitario de la Asociación Nacional de Evangélicos, que agrupa a iglesias cristianas conservadoras. World Relief ha estado ubicando refugiados a través del Departamento de Estado por años.
Empezó como pasante, estudiando microfinanzas en Nicaragua, y luego regresó a la oficina de Wheaton, donde realizó talleres en los que se explicaba cómo sacar la ciudadanía y se asesoraba a los inmigrantes acerca de sus posibilidades de naturalizarse. Básicamente, dijo, “le dábamos malas noticias a gente buena”.
El año pasado comenzó a tratar de reclutar otros pastores para defender la causa del inmigrante, sobre todo en los suburbios occidentales de Chicago.
Además de World Relief y el Wheaton College, allí tienen su sede central las editoriales cristianas Tyndale House y InterVarsity Press, y la popular revista evangélica Christianity Today. No muy lejos se encuentran la megaiglesia Willow Creek, la Trinity Evangelical Divinity School y el Moody Bible Institute.
Recientemente llegaron muchos inmigrantes a la región. En la zona de Chicago-Naperville-Joliet, la comunidad de inmigrantes creció más de un 30% entre el 2000-2008, según el informe “Estado de las Areas Metropolitanas” de la Brookings Institution.
Y muchos de esos inmigrantes nuevos son cristianos.
“Cada vez quedan menos iglesias que no tienen inmigrantes entre sus feligreses”, dijo Soerens.
Lentamente, la inmigración pasó a ser un tema importante para la iglesia.
Cotidianamente surge el asunto, como cuando se asignan voluntarios para trabajar con niños. Se supone que hay que estudiar los antecedentes de los voluntarios. Las iglesias que reparten alimentos y ofrecen otros servicios se dieron cuenta de que muchos de sus clientes no tenían papeles y se preguntaron si violaban alguna ley ayudándolos.
Grant Dixey, quien asistió a la presentación de Soerens en Naperville, dice que experimentó el tema en carne propia cuando hace poco su hija quiso invitar a una amiguita hispana de seis años a su cumpleaños y le costó mucho encontrar un teléfono o una dirección de la familia de la niña.
“Considero que es importante hacer cosas como la de esta noche y educar a nuestros miembros sobre algo que es muy controversial”, expresó Dixey, un programador de computadoras de Aurora.
Los fieles no siempre están de acuerdo.
Soerens dice que lo han acusado de ayudar a personas que violan las leyes y que se dice que los indocumentados portan enfermedades y le roban trabajos a los estadounidenses.
Los pastores que analizan si plantear el asunto a sus feligreses deben sopesar las consecuencias, pues existe el temor de ahuyentar a algunos creyentes.
“No vamos a convertir nuestra iglesia en una organización política”, afirmó Hybels a fines de julio. “Pero tampoco vamos a fingir que no pasa nada”.
El debate bíblico gira en torno al pasaje Romanos 13, según el cual los cristianos deben acatar a las autoridades civiles y obedecer las leyes. Sin embargo, las Escrituras están llenas de tramos en los que se exhorta a ser bondadoso con los forasteros y, según Mateo 25, a brindarle ropa y alimento al extraño.
Cuando Soerens comenzó a investigar las enseñanzas teológicas sobre la inmigración, comprobó que los evangélicos no tenían mucho y apeló a fuentes católicas romanas. La Iglesia Católica, así como la protestante y muchas organizaciones judías, han defendido siempre a los inmigrantes.
Los escritores evangélicos están lentamente llenando ese vacío. Un ejemplo típico es “The Next Evangelicalism: Freeing the Church from Western Cultural Captivity” (El próximo evangelismo: Cómo liberar la Iglesia de su cautiverio de la cultura occidental), de Soong-Chan Rah. Un tema común en todas las publicaciones es que acercándose a los inmigrantes cristianos, las iglesias predominantemente blancas logran sobrevivir. Distintos estudios indican que las iglesias multiétnicas crecen más rápido, en buena medida por las mayores tasas de nacimientos entre las familias de inmigrantes.
“Contrariamente a la creencia generalizada, la iglesia no está muriéndose en Estados Unidos; está vivita y coleando entre las comunidades étnicas minoritarias y de inmigrantes, aunque no entre las iglesias blancas mayoritarias”, escribió Rah.
Es demasiado pronto para decir hasta qué punto los evangélicos van a defender a los inmigrantes. Hay resistencia a politizar la iglesia.
Mont Mitchell, pastor de la Westbrook Christian Church de Bolingbrook, cerca de Naperville, que cuenta con muchos grupos étnicos entre sus fieles, dice: “No quiero que me distraigan de mi misión de predicar el Evangelio”.
El reverendo Alexander Chu, de la Living Water Evangelical Church, considera que su misión es “darle a los fieles un foro para dialogar, leer y estudiar las Escrituras, y facilitar que cada uno saque sus propias conclusiones”.
Soerens está consciente de que mucha gente se resiste a zambullirse de cabeza en el tema de la inmigración y recalca que no postula una amnistía para los indocumentados, pero que cree que debe buscarse la forma de regularizar su situación.

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