lunes, 9 de agosto de 2010

Pedaleando por más de 28 países encontró a Dios



Pedalear hasta su casa desde Siberia fue la aventura de la vida para Rob Lilwall. Arriesgó todo, hasta su vida, para emprender el gran viaje. El recorrido de 48 mil kilómetros, por 28 países, le tomó más de tres años.
En 2004 Rob dejó su trabajo como profesor de geografía y la comodidad de su hogar en Londres para volar a Siberia sólo con artículos de primera necesidad y su bicicleta. Tuvo que enfrentar de inmediato el amenazador desafío de pedalear durante el rudo invierno ruso con temperaturas de  menos 40 grados.
Rob explicó por qué decidió tomar el riesgo.“Quise desafiarme a mí mismo y hacer algo que me llevara al extremo y quería saber más del mundo. Creo que andar en bicicleta es una manera increíble de explorar el mundo porque uno está al nivel de los demás y conoce mucha gente”.
Tras sobrevivir el invierno siberiano, Rob pedaleó por algunos de los lugares más dramáticos del mundo como los pasos nevados del Tíbet y los valles destruídos por las guerras en Cush, Afganistán.
“Me encantan los colores, hay grises, cafés, verde claro… esto es impresionante”, comentó Lilwall.
Aunque disfrutó los increíbles paisajes, Rob dice que pasar por Afganistán fue un desafío emocional.“Pedaleaba muy rápido y oraba mucho y salió bien. Fue bastante aterrador, aunque casi todos los que conocí en el camino fueron muy amables”.
Rob recuerda que el viaje fue una experiencia espiritual que enriqueció su fe cristiana, en especial, al descubrir la fragilidad de su propia mortalidad, ya que él vivió al límite por tres años y la probabilidad de morir fue muy tangible. “Eso me hizo a pensar en mi propia mortalidad. Me hizo orar mucho y buscar más a Dios”.
Su fe fue fortalecida por la amable hospitalidad de los cristianos de diferentes trasfondos, para él fue una gran experiencia ver a cristianos, algunos eran misioneros sirviendo en lugares extremos y viviendo al límite.
“Fue maravilloso aprender de esa gente. Su hospitalidad fue increíble, gente que ni me conocía. Cuando tocaba la puerta de una iglesia en medio de un país lejano, me daban la bienvenida, me alimentaban, cuidaban, oraban por mi y luego me iba el día siguiente”, recordó este deportista.
Ahora Rob escribe y da charlas a nivel global sobre sus experiencias. Espera inspirar a muchos a emprender aventuras parecidas. “Quiero usar la historia de mi viaje para motivar a otros a enfrentar sus propios desafíos y a no evitar hacer algo sólo por temor”.
Con  su nuevo libro llamado “Pedaleando a casa desde Siberia” y una serie televisiva sobre su viaje, parece que las aventuras de Rob aún no han llegado a su fin.

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